23.9.07



Vértigo

De una hoja en blanco, vértigo.

Vertigo de aventarse
y decir todo.

Destruir el vacío del papel
y jurar que se irá la ausencia,

que cada palabra escrita la devora.

Pero no se acaban las ausencias.

Infames,

descaradas,

tan sólo

toman forma.


- Señor taxista, ¿me puede llevar? -

- Pero claro, chico... si tú nomá acomódate ahí y ya tá -

Y ahí me voy yo, por este camino y luego por ese y luego por el de allá. Y ahí me voy, esperando llegar, llegar, llegar... otra vez, una vez, otra vez.

- Señor taxista, ¿seguro que vamos bien? -

- Pero claro... nomás no le brinque mucho, chico, que se me desalma la unidad -

Y ahí sigo yo, pensando que, en efecto, este es un camino. Ahí vamos, o espero que vayamos porque yo de verdad que quiero llegar a buena hora. Con luz, aunque sea, vamos.

Esque me esperan. Allá del otro lado. Me esperan.

- Señor taxista, ¿sin novedad? -

- Pero chicooo.... póngase tranquilo que vamoa llegal. Sí quiele llegal, no? sí etá segulo de llegal, vamoa llegal. Nomá tese en paz que aquí, lo que pase conviene.

Y ahí, ahora sí. Ya. Estiro las piernas y miro por la ventana. Llegar está cerca.


una vez más son las doce

lo celebro.

al final de la calle está el monumento ese

pero yo celebro desde aquí

celebro

que son las doce

de cualquier día

otra vez.

celebro

que del otro lado de una

o más

fronteras

alguien se acuerda

y sonríe.

celebro.

claramente.