8.2.09



El Espectador.

Metrobús, sábado 8:00 pm. Llego apresurado a la estación. Voy tarde. La cita era a las siete y yo estoy a unas 7 estaciones, más o menos. Siempre empiezan tarde... esa idea me reconforta.

Me siento contento. Mis pies están cansados. Los días han sido largos y llenos de pasos, aunque claramente son muchos más los que se avecinan. Muchos, muchos más.

Entro al vagón tras el estruendoso "pip" que anuncia que las puertas se cerrarán. No viene muy lleno y yo voy casi hasta atrás. De pronto el entorno me atrapa. Caigo en hipnosis. Aquí vivo yo:

Chavos alternativos.

Niños moneando.

Playera futbol, mochila abercrombie.

Niños que preguntan el destino:

"La última estación, ya lo saben," les responde la mamá.

Las estaciones pasan.

Los chavos alternativos hablan de unos videojuegos.
Los niños que monean, llevan los ojos rojos y no dicen nada. Se mecen en sus asientos.
El de la playera de futbol, se bajó hace un par de estaciones.
Uno de los niños preguntones, se quedó dormido.

Yo me doy cuenta de que me faltan varios pedazos de ciudad para reconocer varios pedazos de mí.

2 comments:

Arturo Peón said...

La perspectiva de la palmera contra el cielo azul es espectacular. Su presencia vigilante abre otro polo de visión complementaria al ojo del fotógrafo.

Más, más, queremos más!

ágora said...

¬¬ parece que la ansiedad es repercusión obligada de este blog Arturo...
como si el el objetivo fuera que quisieramos más