25.1.09



En un mismo día me recogieron tarde, se cayó un vaso de agua de mango en mi computadora, luego el agua de jamaica en mis zapatos. A la hora de comer, la mesa donde me senté no estaba fija y se me volteó toda la comida encima.

La persona a quien iba a visitar acabó hospitalizada y apenas la vi.

Se descompuso el internet y el agua del hotel no salió caliente.

Me recriminaban mi mala suerte.

...pero yo sabía que el karma hace lo suyo.

Al día siguiente en plena Reserva de la Biósfera del Triunfo salimos a caminar. Ibamos en busca de aves con la pura esperanza de que alguno apareciera por ahí. La verdad es que aún faltaban un par de meses para la temporada alta.

En una sola mañana vimos 8 pavones y 2 quetzales, aparte de otras tantas aves menos ilustres y un innumerable número de helechos. El cielo se abrió e inclusive llegamos a ver el mar desde uno de los miradores.

Ismael, el guardabosques, estaba bastante impactado. "Un par de días antes de que ustedes llegaran, se fue un investigador que llevaba 2 semanas aquí y no vio ningún pavón."

Yo, con mis pies oliendo a jamaica, mi sudadera oliendo a sopa de letras y mis ojitos llenos de quetzal, sólo podía agradecerle al Triunfo.

3 comments:

Arturo Peón said...

Pablito>

Tu experiencia me recordó un cuento sufi llamado ¿Buena suerte o mala suerte?

Había una vez un hombre que vivía con su hijo en una casita del campo. Se dedicaba a trabajar la tierra y tenía un caballo para la labranza y para cargar los productos de la cosecha, era su bien más preciado. Un día el caballo se escapó saltando por encima de las bardas que hacían de cuadra. El vecino que se percató de este hecho corrió a la puerta de nuestro hombre diciéndole:

-Tu caballo se escapó, ¿que harás ahora para trabajar el campo sin él? Se te avecina un invierno muy duro, ¡qué mala suerte has tenido!

El hombre lo miró y le dijo:

-¿Buena suerte o mala suerte? Sólo Allah lo sabe.

Pasó algún tiempo y el caballo volvió a su redil con diez caballos salvajes con los que se había unido. El vecino al observar esto, otra vez llamó al hombre y le dijo:

-No solo recuperaste tu caballo, sino que ahora tienes diez caballos más, podrás vender y criar. ¡Qué buena suerte has tenido!

El hombre lo miró y le dijo:

-¿Buena suerte o mala suerte? Sólo Allah lo sabe.

Más adelante el hijo de nuestro hombre montaba uno de los caballos salvajes para domarlo y calló al suelo partiéndose una pierna. Otra vez el vecino fue a decirle:

-¡Qué mala suerte has tenido! Tu hijo se accidentó y no podrá ayudarte, tu eres ya viejo y sin su ayuda tendrás muchos problemas para realizar todos los trabajos.

El hombre, otra vez lo miró y dijo:

-¿Buena suerte o mala suerte? Sólo Allah lo sabe.

Pasó el tiempo y en ese país estalló la guerra con el país vecino de manera que el ejército iba por los campos reclutando a los jóvenes para llevarlos al campo de batalla. Al hijo del vecino se lo llevaron por estar sano y al de nuestro hombre se le declaró no apto por estar imposibilitado. Nuevamente el vecino corrió diciendo:

-Se llevaron a mi hijo por estar sano y al tuyo lo rechazaron por su pierna rota. ¡Qué buena suerte has tenido!

Otra vez el hombre lo miró diciendo:

-¿Buena suerte o mala suerte? Sólo Allah lo sabe.

Suerte con la suerte y un abrazo!

A.P.
www.viajeros08.blogspot.com

Sofia Elena said...

Me encantan tus historias...

Beso*

se,

No_es_dificil_mi_nombre said...

Tú mala suerte?
No mijo! Lo tuyo es ponerle, literalmente, sabor a la vida. te quemó la sopa? Se quitó la mancha de jamaica de tus zapatos?... y más rudo aún, Tu compu sobrevivió a la bañada de mango?
Te dejo una orquídea pa que la mires y sonrías, al cabo seguro de esas no viste en El Triunfo.