25.5.07



Branford Marsalis Quartet,
Dimitriou´s Jazz Alley, Seattle. Mayo 2007.



Llegamos.

No sé en verdad cómo, pero llegamos. Y tomamos asiento. Algo de tomar y una pasta. El otro día pensaba acerca de la relación entre la comida y la música. Qué comer en un concierto de jazz, qué comer en uno de fados o de blues, de tango, de rock, de country. ¿Qué comer para la ocasión? ¿A quién se le ocurre una idea?

Yo pedí una pasta. Me supo demasiado bien tras la prisa y el trayecto, milagroso, en tren.

El lugar no era pequeño pero no perdía el sentido de intimidad. Un escenario no muy grande y poca luz. Anunciaron al cuarteto. Aplausos.

No dijeron mucho. Tocaron. Y tocaron mucho. Algunas clásicas y otras bastante nuevas. Fue un concierto emocionante, con piezas largas, una y otra, mezclándose, regresando, en tono, corriendo tras él. En el umbral del escándalo, en la sutileza del silencio. Cada pieza, cada parte, cada uno.

Good night, Seattle.

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