24.5.07




"El agua nos llegó hasta las narices, Evaristo, mira", le dije.

"Ahora nomás va a ser cosa de ponerse a nadar", me respondió.

"Pero mira la niebla..." estaba a punto de decir cuando lo vi echarse el clavado fuera de la canoa, o lo que quedaba de ella.

"Aaaaaaaaah!!!", gritó con una sonrisa. Su frente estaba sangrando.

Ya habíamos llegado a la orilla.

"Aviéntame la cuerda!", alcanzó a decir, antes de caer desmayado por el golpe.

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